martes, 16 de agosto de 2016

Matar al dragón

El combate contra nuestros dragones personales 

Matar  al  dragón, psicológicamente, supone  previamente  identificar a las personas que  organizaron nuestra vida y nuestra educción, es decir, las personas  que  nos  señalaron  el  camino a  seguir  en  la vida, durante  los  largos años  de  nuestra infancia y  nuestra  adolescencia. Primordialmente, estas personas, nuestro padre y nuestra madre,  y otras  personas que en  etapas posteriores,  ejercieron  en nosotros una  influencia  semejante, reproductora   de  la  experiencia  de   sometimiento  de  aquella  etapa inicial. Nuestros  padres  y  ellos amasaron  en  nuestro mundo  emocional,  junto  a  las  enseñanzas y  valores positivos  que nos transmitieron, cuatro sentimientos consecuentes a  la   enorme sumisión a la  que,  durante aquellas etapas primordiales  de  nuestra  vida,  estuvimos  obligados y necesitados.

Estos  sentimientos,  de  los que necesariamente  nos tenemos  que liberar,  como  condición de nuestro posible crecimiento  son precisamente: la  dependencia,  la rebeldía,  el  resentimiento  y la culpabilidad. La liberación de estos sentimientos, la desintoxicación de nuestra mente  de  estos cuatro estados emocionales, (lo  que  se  ha querido denominar con  la  alegría de matar  al  Dragón).

Es  en el  libro de  M. E. Marlow, El despertar  de  la  mujer  consciente,  donde  se señala,  con  un símil  tomado de  los cuentos  de hadas,  como el  combate  contra  el Dragón: “nadie  podrá entrar  en  el  castillo  encantado de  la  felicidad,  si antes no  le  corta  la  cabeza  al dragón  que  lo custodia”. Dice  Fdo. Jiménez  H. Pinzón  que: identificar  nuestros  dragones nos  permitirá  también  comprender  nuestra  polaridad masculino-femenina y  nuestros modelos de  relación. El Combate contra el Dragón  finaliza  cuando estamos  dispuestos  a comprender a esas personas de influencia,  con  las  que  de  algún  modo  hemos  experimentado  una  relación de dependencia y  sumisión,  a  aceptarlas como son, a  permitirnos  ir  siendo  lo  que queremos  ser según  nuestro  proyecto de vida.  Sólo es capaz  de matar al Dragón la  persona que  se conoce a sí misma, la que confía en su propia capacidad (aun  con  consciencia  de sus limitaciones y  puntos débiles) y la que  afronta  la  empresa,  no  comprando su  fuerza con la del  monstruo,  sino armonizándose  con su  propio  poder mental  y  espiritual. Razonando  con  el  sabio hindú: Cuando lo  que  hayas aprendido de tu  experiencia  liberatoria (liberatoria de tus  resentimientos, culpabilidades, dependencias y  rebeldías) iguale  o supere  la  cantidad  de  dolor que  has  invertido  en  ella,  entonces sabrás  que  te has liberado…que  has matado definitivamente  al Dragón, y entonces, solo entonces, surgirá,  como en los  cuentos  de  hadas,  el  príncipe  o princesa  que estaban  cautivos dentro  de él.

En  el  libro de  Marlow  se habla  de la magia. Es la  capacidad  que en  el  fondo  todos  tenemos,  como  reserva dinámica  de  nuestro  psiquismo, para transformar las  experiencias de la  vida  y sacar  partido positivo de  ellas, está simbolizada en  la  leyenda  del rey Midas,  que  poseía  la  magia de  convertir  en  oro  todo  lo  que  tocaba   con  sus  manos. Nigel  Nicolson escribe en la  fascinante biografía  de la escritora inglesa Vita Sackville West, la relación  que  tuvieron de niños (su  hermano  y  él) con  Virginia Wolf. Y de  sus relaciones infantiles  con  ella, recuerda  Nigel: “Nos devolvía convertido en diamantes  lo  que  nosotros le  entregábamos como trozos  de  carbón”.

Hoy  he pensado  y  orado, por  tanta gente que  he  encontrado  en los  caminos  de mi  vida  que me  “devolvían como diamantes” lo  que  personalmente  le  había  entregado  como “trozos  de carbón”. Pido en  esa   oración personal,  saber  matar  tantos  y  tantos  Dragones  que  por los  caminos  de la   noche   han ido apareciendo  en  mi  vida quizás  en los momentos  más inoportunos.



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