El mito de Margaux
Entusiastas del cine
como éramos, en
aquellos nuestros universitarios años
a finales de los 60
y principios de
los 70 recordábamos
no hace mucho
el grupo de
los que solíamos
asistir en Almería, Granada o Sevilla,
a los cine
club universitarios aquel aire
nuevo que introdujo
la figura de Margaux
Hemingway. Tan solo una película
que fue la que
vimos al menos
tres o cuatro ocasiones: Lipstid (en
la que por
cierto se vio
eclipsada por su
hermana menor Mariel). Sin
embargo la belleza
fresca y desenfadada de
Margaux rivalizaba con
otras modelos del
momento como Grace Jones,
Blanca Jagger o
Lauren Hutton. Su
sonrisa, el brillo en
sus ojos, su serenidad
y su arte,
su forma de
interpretar aquellos estelares
papeles nos dejaba
atónitos y nos volvía casi
locos.
Nietísima de Ernest
Hemingway llegó muy
joven al mundo
del cine. Lo tenía
todo para ser feliz:
belleza, apellido famoso,
clase interpretando. Pero no
siempre las cosas
salen como los
demás esperan…Sus padres
la bautizaron como Margot
en honor al
vino con el que
brindaron la noche
en que la
concibieron, un CHATEAU MARGAUX.
Y COMO OCURRE CON
EL BUEN VINO
FRANCÉS. Se hizo mundialmente famosa. Con
solo 20 años, se
convirtió en una
de las top
models más solicitadas. Su sonrisa
sensual y contagiosa,
su pose deslumbró en
el Nueva York
setentero donde las
modelos se codeaban con
artistas diseñadores y
personajes de incierto
pelaje en la
calle 54 y el
Estudio 54 de
la macro ciudad.
Fue precisamente allí donde empezaron sus
escarceos con el
alcohol y las
drogas, que, unidos
a sus depresiones
y trastornos alimenticios,
fueron muy malas
compañías de viaje
en su vida. Con
el tiempo, la
bellísima Margaux no
supo seguir echándole
corazón a su
vida. Y un día
de verano de
1996, 34 años
después de llorar
por nuestro mito
de Marilin Monroe, nos
dieron la noticia de
que al igual
que nuestra Marilin había
puesto fin a
todo con una
sobredosis de tranquilizantes. Lloramos
en silencio, cuando nos
dieron la noticia.
Se cumplen ahora
20 años de
la muerte de Margaux Hemingway. Un
día pronunció esta frase
que yo embobado
apunté en mi
cuaderno de frases
valientes o filosóficas:
“Creo en la
lucha contra los
obstáculos. De eso va la
vida, hay que
echarle corazón y
seguir adelante”. Cuando Margaux
pronunció aquella frase
en 1982 sabía
lo que decía,
pues ya había
salido por primera
vez de ese
enorme pozo que
son las depresiones,
el alcohol y
las drogas. La
imagen de Margaux aunque
estuvo años colgada como
posters en nuestros
lugares de estudio,
sigue aún intacta todavía en
nuestra memoria: elegante,
suave y
eterna. Estos días pasados
nos reunimos para ver
su película Lipstid (lápiz rojo). Nunca
la olvidaremos quizás
por el momento
que vivíamos, quizás
porque su belleza
dejó profunda huella
en nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario