Subo algunas mañanas
en metro a Mairena del
Aljarafe, y cuando
marcho de prisa
camino de mi
destino paso cerca entre algunas
calles que componen un
bonito barrio aljarafeño. Una curiosidad: todas ellas, las
calles nominadas con nombres
de vientos. Quizás habría
que decir con nombres de “Malos
vientos”.
Así a veces: calle Siroco,
calle Simún, calle Tramontana, calle Cierzo, calle Terral…
Estos vientos, o
digamos malos vientos,
me hicieron caer en
la cuenta, mientras
caminaba esta mañana, por entre aquellas calles, que
hoy 11 M se cumplía un
triste aniversario de un gravísimo
atentado terrorista, donde injustamente murieron muchas
vidas inocentes. Me sorprendió de
pronto verme tarareando una vieja
tonadilla de una
antigua canción, seguramente por
asociación quizás de
ideas, aquella canción de
Emilio José titulada
la
Nana del Recuerdo: Su piel era dura como el cierzo
y su boca una sonrisa grande. Su palabra trino de jilguero…pero una
tarde, vino un
mal viento y
se lo llevó. Y
me puse triste porque
a mi mente y
mi corazón acudieron instantáneamente el
rostro y la imagen de
alguien que años
atrás había sido gran amigo.
A PUNTO DE CUMPLIRSE ahora 40 AÑOS HE RECORDADO
A MI AMIGO JOSÉ
LUIS MARTÍNEZ: formaba parte
de un grupo
de jóvenes de
mi barrio, fue de
mis primeros amigos en la ciudad
Jardín de Almería. Aragonés, al
igual que sus padres
que se habían
trasladado a Almería por
razones laborales. Muchas
veces habíamos coincidido
en su calle.
Varias veces habíamos compartido ratos
de juego en la misma
pandilla, de vez en
cuando salíamos al
cine o a los baile
del barrio…Estudiaba en el
Colegio de La Salle.
Yo en
el Instituto. Tenía él una
habilidad especial para
el dibujo. Un día,
la salida de
la Escuela de Magisterio de Almería,
me tropecé con él
después
de no vernos
varios años. Llevaba varios
libros de Derecho
bajo el brazo. Me
dijo que comenzaba
en aquellos momentos
a preparar intensamente unas
oposiciones al Cuerpo Superior de
la Policía. Por
mis padres y
mi hermana supe
que varias veces
había preguntado y
sabido de mí
a través de
ellos, deseándome suerte en
mi vocación y
pidiendo mi dirección
para escribirme. Nunca me
llegó aquella carta. Pero una
tarde…por mis padres
supe que logró
superar aquellas difíciles
oposiciones al cuerpo de Policía.
A veces tengo miedo. No sabríaDecir de qué. Pero es un miedo ciego.Miedo a la soledad, a la agonía,Miedo a perder mi parte de alegríaY a dudar de un cariño que no niegoTengo miedo, Señor. Y ya es de día
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