Una constante cuando
por este tiempo
llegaba para nosotros
como “scouters” y
educadores el tiempo
de preparar los
campamentos de verano,
sus actividades, sus
horarios, los juegos, las
destrezas o manualidades,
las marchas, los
seminarios de topografía, orientación, cabuyería, etc, constatábamos la motivación
que para los
niños y niñas
de la tropa
scout tenía un
juego de tipo
observación y motivación
como eran el
juego del zorro
y sobre todo
un juego que un día,
gente del grupo
San Jorge en
Granada, como Gabi
Ocaña ( auténtico “especialista" en juegos creativos
y de imaginación
llamáranse juegos de
ciudad, juegos de
camuflaje o juegos
nocturnos) Carlos Suarez o Jorge
Fdez. Bustos aportaron a
nuestros campamentos del
grupo Mafeking de la
Compañía de María
en Granada. Este juego se
llamaba “el juego de
los diez negritos”
y estaba basado
en una eliminación
“del personal” de
tropa de los
scouts que osase
quedarse a solas
con el “gran
asesino” . Y lo peor
es que las
bajas se iban afirmando en
un gran mural. El
arma asesina era
el tarrito que
en el botiquín
de campamento contenía
la mercromina , que
previamente los “scouters
del Kraal” habían
pasado al asesino
una especie de
duplicado para que
fuese su gran
herramienta “scouticida”.
El caso
es que tanto
el juego del
zorro como su
“juicio” en la
velada nocturna cada
tres noches, o
el juego de
“Los diez negritos”
mantenían la conversación,
la motivación y
yo diría que
incluso “la real angustia”
de muchos de
los niños que
observaban situaciones con
temor a quedarse
solos con el
que se “sospechaba” (allí todo
hijo de vecino tenía
cara “sospechosa”) o con
temor a que
el “zorro”, dejase una
“zeta” en su
tienda de campaña,
y se hubiese
marchado con su
necessaire, su toalla,
o su bañador,
o alguna prenda
de las que
utilizaba cada día,
sabiendo que ya
no las vería más (salvo alguna debilidad o
bondad del zorro) hasta
el final del
campamento. Aquellos juegos he
de reconocer que
mantenían un interés
por todo el campamento
y todo niño
o niña acampado
soñaba que el
Kraal (equipo de scouters
o jefes) le
señalase como el más astuto
para ser designado
“el malvado zorro”
o “el astuto
criminal “ que fuese eliminando
gente “adormecida” de la
acampada que pasaban a ser
“como los ceros a
la izquierda”. Otro puesto
soñado (quizás más que
el de secretario de
un partido político
o un puesto
político en la actual
corrupción política) era el
ser designado por
aquel malvado zorro
o asesino, cómplice
en el juego,
que era el
que “bajo secreto de
confesión” facilitaba horarios, situaciones,
herramientas, lista de
dormidos, e incluso “de
falso acusador en los
juicios “, etc, etc, que
hacían más llevadera
la difícil labor
de aquel “elegido
por los dioses” (componentes del
Kraal) para el gran
juego scout del
campamento.
Y viene esto
a colación porque
el pasado invierno
me invitaron en Almería
, en el
Auditorio Maestro Padilla, a ver el clásico llevado al teatro de Agatha Christie, Diez negritos. Diez personas, el
juez Lawrence Wargrave,
la institutriz Vera
Claythorne, el aventurero
Philip Lombard, el general
retirado Hohn Mac Arthur,
la solterona Emily
Brent, el play
Boy Anthony Marston,
el doctor en
medicina Edward Armstrong,
el detective privado y ex policía William Blore
y los sirvientes Thomas y Ethel
Rogers, los cuales
reciben una invitación
para pasar unas
vacaciones en la
Isla del negro. Este
hecho desencadenará la trama
de un argumento
que mantendrá la
atención (y que atención
Dios mío) del público durante
toda la obra. En
el campamento scout
esa tensión se mantenía casi
15 días. Gran obra
de teatro que me
deleitó y me hizo
esbozar una sonrisa
y una nostalgia
de aquel gran
juego inolvidable que
mantuvimos en varios
veranos e incluso
en otros campamentos
estacionales, con una
motivación inolvidable de
muchos críos, que
hoy todavía adultos
me preguntan que
si en el campamento tal …del año
tal (hace más de
treinta años como mínimo) el cómplice verdadero (no
el falso, que
ellos suponen que
era el oficial)
era tal niño o niña
acampado. Y dicho
adulto ahora, que entonces
era un chaval
de apenas 13
años, actualmente padre de
familia y con
responsabilidades de gestor
de una gran empresa
multinacional todavía le
ves emocionarse cuando
le desarrollas la
trama del juego.
Inolvidables juegos de
la vida, de
la infancia, que
sobreviven en el
niño grande que
todo adulto llevará
siempre consigo.
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